Entretenida novela policíaca ambientada en el Madrid del siglo XIX.
Tarda un poco en arrancar, pero luego mantiene un buen ritmo narrativo con dos tramas paralelas en la línea de Sherlock Holmes: el detective resuelve el caso sin el lector, que se entera de cómo ha llegado a esas conclusiones cuando el protagonista lo explica a los pasmados compañeros/delicuentes/testigos.
Por lo menos el detective cae simpático al no poderse mantener siempre subido en su propio pedestal.
El final es apresurado y cogido por los pelos, pero el viaje ha sido agradable.